Este post es el
conjunto de dos entradas, una que tenía pendiente escribir hace tiempo y que al
no hacerlo ha quedado obsoleta y otra que estamos viviendo actualmente. De ahí
ese título tan raro y largo del post.
Hará como cinco
o seis meses pasamos por una etapa en la que la peque no quería andar. Era
salir a la calle y “coge mamá”, “coge papá”, incluso para subir las escaleras
que antes le encantaba. No quería andar nada de nada. A veces aguantaba cinco
mitos jugando al pilla pilla pero luego tenía que subir otra vez a upa.  Pero lo peor de todo era que tampoco quería que
la llevásemos en portabebé.
Quien me iba a
decir a mi, con lo contraria que siempre he sido a coger el coche para movernos
en lugares pequeños, donde todo está cerca y se puede ir andando, que iba a
tener que coger el coche para ir al grupo de crianza, que está a 10-15 minutos
andando. Hasta ese momento así es como habíamos ido, dando un paseo
tranquilamente o llevándola en el mei tai. Pero puesto que no quería andar y
tampoco quería ser porteada, sólo que la cogiésemos a upa, diez minutos cargando
con una niña de mas de 13 kilos como que no lo veía viable.
A pesar de tener
claro que lo de no querer andar era una etapa más, di por sentado que nuestra
etapa de porteo había llegado a su fin, y me daba mucha pena. Primero porque es
una manera cómoda de llevarla cuando está cansada, las sillitas no me gustan,
nunca me he apañado con ellas y siempre he terminado dolorida de empujarla,
como os lo cuento. De hecho hace tiempo que se la devolvimos a mi cuñada. Con
un buen portabebés es como más cómodos vamos, tanto los que porteamos (el papá
o yo) como la peque. Y segundo y más importante, por lo que significaba para mí
esa etapa, de contacto, de complicidad, de mamá y bebé canguritos, de
compenetración… y  parecía haber llegado
a su fin.
Pero
efectivamente era una etapa más. En Navidades disfruté muchísimo porteándola
mientras íbamos a ver la cabalgata. Y aunque siempre va andando, si me ha
dejado claro, en alguna ocasión que estaba cansada, que prefería que la
llevase en el mei tai. Así que espero que esto dure mucho más, porque para mí
el porteo es otra forma más de crianza, y sobre todo de cara a las vacaciones,
en las que siempre andamos más y aprovechamos para hacer rutas, dar paseos o
hacer visitas.
Y vosotros, ¿porteáis?
¿Llegó un momento en el que vuestros peques ya no querían ser porteados?
*
Como siempre soy yo la que hago las fotos apenas tengo con Minerva porteando.
La imagen que véis es del verano pasado.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
error: Contenido Protegido

Comparte en tu redes sociales

0

Tu carrito