¿Qué madre no se ha sentido alguna vez superada?

 

¿Qué madre no se ha sentido alguna vez juzgada?

 

¿Qué madre no se ha sentido alguna vez, o quizás con demasiada frecuencia, sola, muy sola?

 

 

Si eres madre y no es tu caso, me alegro. En serio, me alegro mucho por ti y por tu hijos. Porque eso quiere decir que tienes todo el apoyo que necesitas y que a tu alrededor os cuidan.

 

Pero la maternidad cuidada, la maternidad sostenida, no es lo común.

 

Muchas vivimos prácticamente solas. Porque no tenemos familia cerca o no tenemos buena relación con ella. Porque nuestra pareja pasa muchas horas fuera de casa. Porque apenas hacemos otra cosa que estar con nuestros hijos y no tenemos tribu con quien compartir, desahogarnos o no nos sentimos comprendidas. Porque tenemos mil y una preocupaciones referente a nuestros hijos y a nosotras mismas, que a nadie más parece importarle…

 

Cuando nos sentimos solas en la crianza de nuestros hijos e hijas y casi toda la responsabilidad recae en nosotras es fácil que sintamos que no podemos más. En ocasiones incluso nos atrevemos a manifestarlo. Pero no se le da importancia. Al fin y al cabo las madres podemos con todo. ¿O no?

 

La mejor forma de que una madre no pueda cuidar adecuadamente de sus crías es presionándola, infantilizándola, juzgándola, aislándola… Si yo no estoy bien (y me refiero emocional y psicológicamente) difícilmente puedo cuidar de otra persona.

 

Si viviésemos en una sociedad que se preocupara de cuidar la infancia y por ende la maternidad todo sería diferente. Pero parece que lo que interesa es separar cuanto antes a la madre de sus crías o en su defecto procurar que la madre esté tan agobiada que no tenga fuerzas para el trabajo más importante: cuidar de una persona que está en pleno desarrollo.

 

Hablo de la madre porque nosotras somos quienes pasamos nueve meses embarazadas, quienes damos a luz, quienes amamantamos y a quienes más necesita nuestro bebé los primeros años de vida. Hablo de la madre porque somos nosotras quienes la mayoría de las veces nos hacemos cargo de nuestros hijos e hijas, siendo mayoritariamente nuestra responsabilidad, incluso cuando compartimos la crianza con nuestra pareja.

 

Todo iría bien si como decía la sociedad cuidase a las madres y y a los bebés. Pero no es así. Al contrario.

 

Y así las madres terminamos desconectadas de nuestros bebés, deseando empezar a trabajar porque en casa con el bebé estamos agobiadas, o quedándonos en casa con nuestros hijos e hijas pero sin terminar de disfrutar de su crianza, muchas veces alternando crianza y trabajo con un alto grado de estrés añadido.

 

¿Y qué recibimos ante esto? ¿Ayuda? No, que se nos siga juzgando. Tomemos la decisión que tomemos.

 

Podemos sentirnos superadas por el llanto continuo de nuestro bebé, por problemas con nuestra pareja que repercuten en nuestros hijos, por conductas de nuestros hijos que creemos o nos dicen que no son adecuadas, por sentir que todo lo hacemos mal, porque toda la responsabilidad recae en nosotras y no tenemos ni un minuto para nosotras o para desconectar un poco, porque también necesitamos realizarnos como personas y no encontramos la manera…

 

Me preocupa mucho cuando ese sentimiento de agobio se vuelve crónico. Cuando sentimos que ya no tenemos ni ganas de levantarnos por la mañana, por todo lo que nos vamos a encontrar por el día. Cuando terminamos descargando nuestra frustración en nuestros hijos sin darnos cuenta o sin saber cómo cambiarlo.

 

Necesitamos ayuda. Las madres no tenemos la culpa de todo, porque no podemos con todo. Sin embargo el mensaje que recibimos es que si le pasa algo a nuestro hijo es que no somos una buena madre.

 

Cuando no podemos más, que pasa con mucha frecuencia aunque sigamos tirando del carro como buenamente podemos, habría que buscar ayuda. A veces es necesario buscar ayuda de un profesional que nos oriente y nos ayude a reconectar con nosotras y nuestros hijos e hijas.

 

Lo ideal sería una sociedad, como he dicho ya, que cuide de la maternidad, de la infancia, que apoye, que sostenga, que anime, que confíe.

 

Sería de gran ayuda encontrar un grupo de familias donde apoyarnos. Pero para esto es crucial  lograr dar con gente a fin a nosotras y sentirnos cómodas. Y puesto que cada una llevamos nuestra mochila y circunstancias, no siempre es fácil ni uno ni lo otro. Pero tampoco es imposible.

 

 

No es culpa tuya.
 
No puedes con todo.
 
No deberías poder con todo.
 
Mereces que no te juzguen ni por tus circunstancias ni por tus decisiones.

 

 

 

Cuéntame. ¿Cómo vives tu maternidad?

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
error: Contenido Protegido

Comparte en tu redes sociales

0

Tu carrito