Por fin puedo contar algo que llevo casi dos años deseando hacer, el fin de nuestro problema. Por aquel entonces escribí un par de posts donde contaba que mi hija no quería hacer caca: Problemas con la caca y Mi hija no quiere hacer caca: soluciones.

 

A pesar de que en ese último post parecía que todo iba mejor, la cosa no resultó ser así (a la semana mi niña se puso malita y volvimos a estar como antes). Realmente lo hemos pasado muy mal con toda esta historia, hasta el punto de no haber sido capaz de escribir sobre este tema (nada que tuviese que ver con el control de esfínteres) hasta ahora.

 

Con dos años casi recién cumplidos mi hija dejó de hacer caca de un día para otro. Su pediatra descartó que fuese estreñimiento, ya que mi niña cuando hacía caca era normal y la conclusión fue que muchos niños pasan por esa etapa y que ya pasaría. Por aquel entonces Minerva llevaba pañal y en ningún momento habíamos intentado quitárselo, esto sucedió un año después por propia voluntad.

 

El caso era que los días, los meses e incluso los años pasaban y mi hija seguía igual o peor. Y digo peor porque llegó a estar hasta 14 días sin hacer caca, simplemente porque ella no quería hacerla, aguatándose las ganas, de mal humor, sin apenas jugar y pasando gran parte del tiempo tocándose como forma de sobrellevar su angustia.

 

Una angustia por otra parte que nosotros como padres no éramos capaces de mitigar. No éramos capaces de ayudarla. De hecho tuvimos etapas en las que más bien era al contrario, porque perdíamos la paciencia, porque no sabíamos qué hacer, porque estábamos desesperados…

 

Hoy lo recuerdo y me vuelvo a emocionar pensando en todo lo que hemos pasado.

 

Porque nosotros como padres lo hemos pasado muy mal, pero no puedo llegar a imaginarme cómo lo ha pasado mi pequeña. A pesar de sabernos la teoría la situación nos sobrepasó.

 

 

Estoy segura de que te has llevado las manos a la cabeza cuando he dicho que mi hija ha llegado a estar hasta 14 sin hacer caca. Una de mis preocupaciones era que enfermase por este motivo. Pero su pediatra nos tranquilizó en este sentido. La caca siempre era normal (no se trataba de estreñimiento). En estos casos si hubiese algún problema añadido habría síntomas.

 

Por otro lado su pediatra le mandó un análisis para descartar problemas de tiroides, ya que esto puede afectar y que les cueste más hacer caca. Pero los resultados fueron normales, y eso ya lo sabíamos tanto la pediatra como nosotros.

 

Aunque mi hija es una niña muy curiosa y activa, otro de mis temores era que su aprendizaje se viese afectado, pues se trata de una etapa en la que están en pleno desarrollo. Y mi hija llevaba ya más de la mitad de su vida demasiado a menudo sin casi poder jugar por su aguante continúo.

 

 

 

 

Una compañera en todo este tiempo ha sido la culpa. El sentir, el saber, que algo en algún momento hemos hecho o dejado de hacer para que esto sucediese. Los padres no somos perfectos, es algo que siempre les digo a las familias, pero en momentos así ¿quien no piensa en qué ha podido pasar?, entre otras cosas para que no se vuelva a repetir con un segundo hijo.

 

Cuando casi cada día ves sufrir a tu hija y sientes que se nos está escapando la felicidad sin poder evitarlo, es difícil no sentirse culpable. Pero también es verdad que la culpa no nos lleva a ningún lado, y por desgracia las madres, en general, vamos muy sobradas de ella, aunque esto daría para otro post.

 

 

Hay que tener en cuenta que no podemos saber lo que pasa por sus cabecitas. Si nosotros nos empeñamos en racionalizar y preguntar, esto sólo nos hace posicionarnos en dos mundos diferentes. La mejor manera de llegar a los niños es a través del juego, el respeto y el cariño.

 

Además es importante comprender que en el control de esfínteres les cuesta, a algunos niños más que otros, desprenderse de algo que es suyo. Y mi hija en este aspecto es una niña a la que le cuesta mucho separarse de las cosas, circunstancias o personas.

 

 

A raíz de esto me han escrito muchas familias igualmente desesperadas comentándome sus casos, similares al nuestro. No sólo con niños de la edad de mi hija sino incluso mayores. Este problema es más común de lo que creemos. Por eso, por si te puede servir a ti, a tu familia, o a algún conocido, quiero darte algunas pautas que nos han funcionado.

 

 

 

No es algo que vaya a funcionar de un día para otro, especialmente si el problema está ya enquistado. Pero con paciencia y cariño es el camino para solucionarlo y especialmente para mitigar el sufrimiento de tu hijo:

 

No presiones a tu hijo para que haga caca, ni mucho menos intentes obligarle con amenazas o utilizando laxantes, que sólo sirven para empeorar la situación (como he comentado no se trata de un caso de estreñimiento sino un problema de control de esfínteres).

 

– Apoya a tu hijo siempre, que siempre se sienta seguro y querido.

 

Acepta que no es algo que puedas controlar, es una decisión suya. Aceptando la situación le estás aceptando a él.

 

Confía en tu hijo y en ti como madre o padre.

 

Juega con tu pequeño sin importarte qué o quien se manche. En el artículo que escribí anterior a este, sobre este tema, tienes algunas ideas de juego.

 

Si es necesario acude a un profesional respetuoso, un psicólogo infantil o, mejor aún, especializado en control de esfínteres. Además de nuestra experiencia me he formando en control de esfínteres. Si lo necesitas puedes contratar una asesoría.

 

– Ten paciencia, y trata a tu hijo siempre con respeto y cariño.

 

– Recuerda que él es el niño, tiene menos recursos que tú y por muy mal que lo estés pasando él se siente peor, por lo que no te enfades con él, nunca pienses que lo hace para desafiarte.

 

 

 

¿Y cómo sucedió el cambio? Como dije antes, hemos pasado por varias etapas  intentando sobrellevar lo mejor posible la tempestad y no siempre lo hemos conseguido.  Pero gracias a los consejos de algunos profesionales, a mucha paciencia y por supuesto a que nuestra hija es toda una campeona, puedo decir que casi fue de un día para otro.

 

En las dos semanas anteriores ya notamos algún cambio, cuando ella se sintió por fin segura, porque esa ha sido la clave. Luego un día pidió ella sola hacer caca y al siguiente día me decía que me podía salir del baño porque ella lo podía hacer solita sin el abrazo de mamá.

 

Me duele reconocer que no confié en que sucediera ninguno de esos dos días, y sólo me he atrevido a escribir este post tras un mes de normalidad, en el que todavía en algunos momentos temo que volvamos atrás. De verdad que no se lo deseo a nadie.

 

 

 

Si quieres leer más sobre este tema puede interesarte el último artículo que he escrito sobre control de esfínteres.

 

 

 

¿Ha pasado tu hijo por alguna etapa en la que no quería hacer caca?

 

 

 

Si la información te ha resultado útil te invito a seguirme en facebook y a darte de alta en el boletín.

 

Si tienes alguna duda puedes escribirme a info@soniandoduendes.com. Si lo que necesitas es una asesoría, ya sea online o a domicilio puedes ponerte en contacto conmigo en ese mismo mail.

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
error: Contenido Protegido

Comparte en tu redes sociales

0

Tu carrito