En el artículo
“Niños descalzos igual a niños más inteligentes” de Isabel Gentil García se intenta
demostrar mediante estudios científicos, algo que para mi la lógica ya me lo
venía diciendo, que los niños preandantes deberían ir descalzos.
Además de que no
tienen ninguna necesidad de llevar zapatos (sería pura estética, con calcetines
se les puede abrigar perfectamente), como nos dice el artículo, el movimiento físico y el estímulo sensorial del bebé a
través de los pies descalzos es factor de aceleración de maduración, del
desarrollo propioceptivo y del desarrollo intelectual del niño.
Hasta mas o
menos los nueve meses la planta de los pies de los niños son muy sensibles con
la intención de recibir la máxima información del mundo que le rodea.  Para la maduración
de las habilidades motoras son necesarios el desarrollo de la coordinación
visual manual y la adquisición de la información táctil y propiocectiva.
A
los 7-8 meses, que es cuando los niños manipulan sus pies con las manos o con
la boca están aportando un importante estímulo para el desarrollo sensorial. No
debemos reprimir la sensibilidad táctil de los pies calzándoles, pues informan
del mundo exterior, transmitiendo sensaciones de temperatura, texturas… que
favorecen el desarrollo  psicomotor del
niño, sino cuidar y potenciar la libertad de los movimientos de los dedos y de
los pies; a estas edades los dedos, como órgano táctil, se mueven mucho.
No
debemos poner impedimentos al desarrollo propioceptivo, neuromuscular e
intelectual del niño encerrando sus pies en un calzado que no necesita, al
contrario se deberá estimular a los niños a disfrutar de su cuerpo y de su
motricidad con los pies descalzos.
  
Son muchos los
niños que en cuanto pueden se quitan los zapatos y si me apuráis también los
calcetines. Prefieren un pie libre y con todas las comodidades y connotaciones
que ello conlleva, y eso hablando de niños que ya andan o gatean. Los más
pequeñitos en cuanto aprenden también se los quitan, y es que como ya hemos visto,
a través de los pies obtienen multitud de información. Unos zapatos duros y
rígidos lo único que hacen es entorpecer.
Por eso, y por
lo que comenta el artículo al que me refiero más arriba, deberíamos tener más
en cuenta las necesidades y peticiones de nuestros pequeños. Nos empeñamos en
calzarlos cuando ni siquiera andan y no lo necesitan, o cuando son más grandes
y simplemente quieren sentir la libertad de andar descalzos por casa.
Comprobaríamos que ese miedo a que se constipen no tiene ningún fundamento.
Una opción para
esos papás a los que nos preocupan que nuestros peques anden descalzos en casa
en invierno son los zapatos de suela blanda, zapatos de gateo, que puedes encontrar en nuestra tienda online. Se adaptan perfectamente a su pie
y a sus movimientos, ideales para gatear y jugar. Al ser tan flexibles no les
molestan y generalmente no se interesan en quitárselos. Además, al
ajustarse mediante una gomita no les es tan fácil de quitar.


Para los más
chiquitines, como he comentado antes, para el invierno sería suficiente con
unos calcetines gruesos. En todo caso para quedarnos más tranquilos podríamos
ponerles estos zapatitos de suela blanda para salir a la calle.
Si queréis leer
el artículo entero de «Niños descalzos igual a niños más inteligentes” de Isabel Gentil García, podéis hacerlo aquí.

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