No hay una definición consensuada sobre la duración del postparto o puerperio. Lo más común es que se considere el tiempo que transcurre desde el parto hasta la famosa cuarentena. Otras veces se toma como referencia la menstruación como finalización del puerperio.

 

También se habla de puerperio tardío (o puerperio alejado según otras definiciones) cuado este llega mas o menos a los dos años. En este caso la lactancia prolongada tiene mucho que ver.

 

 

Según la RAE el puerperio es el período que transcurre desde el parto hasta que la mujer vuelve al estado ordinario anterior a la gestación.

 

Que la mayoría de la gente, incluidos los profesionales, tomen la cuarentena como referencia para el  final del puerperio no quiere decir que sea lo acertado. En este caso sólo se está teniendo en cuenta la parte física. En esos cuarenta días el útero vuelve a su posición habitual, es cierto. Pero, ¿qué ocurre con la parte psicológica, emocional y cerebral?

 

 

Volviendo a la cuarentena. Llegado este plazo el ginecólogo nos da el beneplácito para retomar las relaciones sexuales. Pero no todas las mujeres estamos dispuestas a retomar nuestra vida sexual para esas fechas, especialmente si estamos amamantando. La lactancia es parte de la sexualidad de la mujer, y esto parece obviarse.

 

Es común tardar unos cuantos meses más hasta que la libido vuelva a hacer acto de presencia. No sólo por la lactancia, que también, sino porque estamos habituándonos a una nueva situación, estamos más cansadas, y como decía los cambios emocionales y cerebrales influyen.

 

En la definición que ofrece la RAE no se habla únicamente de aspectos anatómicos a la hora de que la mujer vuelva a su estado anterior. ¿Por qué entonces no se tiene en cuenta, como decía antes, el estado psicológico?

 

No se tiene en cuenta porque no son datos objetivos ni cuantificables. Pero las mujeres sabemos muy bien cómo nos sentimos. Está claro que cada una somos diferentes y tenemos vivencias diferentes. Pero basta un grupo de mujeres donde poder hablar tranquilamente y con confianza de estos temas, para darse cuenta de que no se nos tiene apenas en cuenta en algo que es nuestro.

 

 

El postparto es una etapa delicada, en la que la madre requiere de apoyo y sostén. Nos encontramos con una nueva personita que nos necesita al 100% y que nos demanda atención al 200%. Es algo que no nos han contado, y si lo han hecho, no lo hemos interiorizado porque no estamos acostumbrados a ello en nuestra sociedad.

 

Las hormonas están equilibrándose y eso se hace notar, sobre todo los primeros meses. Estamos más sensibles. Pero esto no tiene por qué ser negativo como se suele pensar. Nuestro bebé necesita de esa sensibilidad.

 

Por otro lado, el parto, incluso ya el embarazo, puede haber abierto una puerta hacia nuestro interior que no siempre es agradable. Si no continuamos reprimiéndola pueden aflorar duelos no resueltos, emociones reprimidas o recuerdos olvidados.

 

 

 

 

Conozco mujeres que han vuelto a la “normalidad” alrededor de la cuarentena, otras que lo han hecho en torno a los seis meses, otras al año y otras alrededor de los dos años. Y cada una de esas vivencias es lícita.

 

 

Yo al puerperio lo llamo mundo bebé. Estoy enamorada de mi bebé y todo gira en torno a él. Nuestra vida se ralentiza. Me siento cómoda con otras familias en la misma situación, sobre todo madres en la misma situación. Ellas me entienden a la perfección, me siento acompañada y no me siento juzgada, algo fundamental.

 

Salir de mi mundo bebé es como salir a la jungla. Todo prisas, mucha violencia (no sólo física), conversaciones intranscendentes, consejos no pedidos, intentos por sacarme de mi mundo bebé, violación de mi espacio vital y el de mi bebé…

 

Y no quiero decir con esto que me sintiese mejor persona o que todo el mundo debiera interesarse por lo mismo que yo, para nada. Ese era mi mundo en ese momento, mi vivencia, mi interés, como quieras llamarlo.

 

No juzgo tu mundo, no juzgues el mío. Porque mi sensación era que eran muchos los que trataban de sacarme de mi puerperio por nuestro bien.

 

“Porque hay otras cosas en la vida”, “porque desde que eres madre ya no eres lo que eras” (evidente), “porque le vas a malcriar”… Pero es que cada etapa en la vida hay que disfrutarla, porque la infancia de nuestros hijos pasa y ya no vuelve.

 

 

Poco a poco todo va evolucionando, como siempre en la vida. Y voy creciendo y cambiando. Y surgen otros intereses y voy “saliendo al mundo” (en el plano físico nunca he dejado de hacerlo, por si alguien lo duda) cuando estoy preparada. No cuando digan que debo hacerlo. Y lo voy haciendo a la par que mi bebé.

 

 

 

Vuelvo a repetirlo. La mujer puérpera necesita sostén y apoyo. Y si hay algo que ha despertado con su maternidad que la inquieta, un profesional actualizado siempre puede ayudarla. Lo que desde luego no lo hará será que la juzguen o la infantilicen.

 

Por si alguien se lo pregunta. La pareja, si la hay, es fuente de apoyo y sostén para la madre. Tiene un papel muy importante.

 

 

Lo que no necesito en mi puerperio

 

– Visitas que parecen olvidar que acabamos de convertirnos en un miembro más de la familia, que estamos cansados y estamos acostumbrados a una nueva situación.

 

– Familiares, conocidos e incluso desconocidos que quieren coger y tocar a nuestro  bebé. Y me lo devuelven oliendo a otra persona, a tabaco o a perfumes desagradables (mi bebé queda “cegado” por esos olores), que hacen que no lo reconozca y me den ganas de bañarlo al instante.

 

Consejos no pedidos a raudales, cada uno los suyos, como los únicos válidos.

 

– No preguntarnos a la recién familia lo que necesitamos. Echar una mano en casa o llevar tuppers con comida, son algunos ejemplos que siempre vienen muy bien.

 

– Comentarios en los que me juzgan, me ignoran o me infantilizan. Cada familia decidimos y lo hacemos a su manera, ni mejor ni peor.

 

 

¿Cómo te ha sentido en tu puerperio?

¿Qué es lo que más te ha costado?

 

 

 

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